Hablar de anclaje es hablar de física aplicada; todo a tu alrededor son más que ejemplos de los principios de mecánica clásica aplicados al cuerpo humano; ciertamente, el lograr dominar estos conceptos Newtonianos, puede ayudarnos a detectar y anticipar situaciones adversas en nuestro tratamiento.

En específico, el anclaje trata de aplicar la tercera ley de Newton (“toda acción, tiene una reacción de igual magnitud pero en sentido opuesto”), o mejor explicado en su fórmula:

 F 1 → 2 = F 2 → 1

La fuerza del cuerpo 1 sobre el cuerpo 2 (F1-2), o fuerza de acción, es igual a la fuerza del cuerpo 2 sobre el cuerpo 1 (­F2-1), o fuerza de reacción.

Resumiendo el asunto, cuando movemos uno o dos dientes, estamos conscientes de que de una u otra forma vamos a mover los dientes vecinos, causando muchas veces que le prolonguemos el tratamiento a nuestro paciente (por decir lo menos). Para evitarlo, es que usamos el anclaje, que vendría siendo ese punto de apoyo para realizar dicho movimiento sin afectar ninguna otra estructura. Conocer todos sus secretos, fundamentos y mecánica tras bambalinas es el camino indicado para mejorar el anclaje en cualquier tratamiento.

Pero no se preocupen amigos míos, no es necesario ser Hawking ni Einstein ni Newton para entender todo lo que hay detrás; ríos de tinta ya se han hecho desde los primeros trabajos de Fauchard, de modo que en la actualidad básicamente tenemos el filete bien cortadito y hasta masticado… Tampoco necesitamos estar horas en la biblioteca o tener grandes laboratorios, todo el conocimiento ya se encuentra al alcance de nuestros dedos, válgame, ¡HASTA HAY MEMES AL RESPECTO!

 

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Pero suficiente de introducción, ya sabemos lo que es el anclaje y su clasificación, hagamos un ligerísimo resumen para entender mejor lo siguiente:

Lo podemos definir como la resistencia al movimiento ante la aplicación de una fuerza. En nuestra clasificación más básica y clásica, usamos la de Nanda, en la que usamos tres situaciones en las que desplazamos ya sea el segmento anterior o posterior para cerrar espacios de extracción, que es cuando utilizamos más frecuentemente los sistemas de anclaje.

Pero el anclaje no se utiliza solamente en esas situaciones, las herramientas y aparatos de anclaje se utilizan casi de forma instintiva para evitar que el movimiento que hagamos sobre los dientes “desacomode” los demás que ya están en una posición más aventajada, es el caso del botón palatino o el de la barra transpalatina, que se encaja en cajas linguales y se suelda a las bandas molares. El problema después con estos es que se tienen que estar retirando cada tiempo para evitar la acumulación de placa.

Verán, cada sistema de anclaje tiene un “pero”, algunos menos que otros, pero siempre tienen una desventaja: los sistemas extraorales soportan mucho peso y ayudan a un movimiento casi sin problemas, PERO dependen completamente de la cooperación del paciente; los sistemas intraorales son más convenientes y eficientes, PERO la instalación luego es incómoda para el paciente y no les deja hacer higiene correctamente.

¿Y entonces?, ¿qué hacemos? Tristemente, no hay sistema perfecto, se han demostrado maravillas con los orthoimplantes, su único “pero” es que dependen completamente de la calidad del hueso del paciente y la habilidad del clínico en instalarlos. Si queremos de verdad mejorar nuestra práctica, debemos acercarnos más a los sistemas modernos, aunque tengamos recelo al inicio, es más probable que tengamos algo maravilloso entre manos y lo estamos dejando ir por miedo o por no querer salir de nuestra zona de confort.

 

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Hoy en día la tecnología nos ha moldeado de forma en que todo lo que hacemos en nuestra práctica es fácilmente revisable y aplicable, en cuestión de anclaje, ya sea que queramos utilizar sistemas clásicos como ansas y botones, tenemos aleaciones de acero más económicas y resistentes, en caso de que queramos utilizar sistemas más “atrevidos” los orthoimplantes están diseñados para aplicarse y activarse en una sola cita.

Todo dependerá de que es en lo que estemos trabajando, como hayamos hecho nuestra planeación y cómo diseñemos nuestros diagramas de cuerpo libre, ya que recordemos que el éxito o el fracaso del anclaje dependerá ciento por ciento del diseño inicial que hagamos.

El éxito del anclaje va a depender de nuestra habilidad para diseñar sistemas de fuerzas apropiados, esto es posible haciendo un profundo análisis previo del cuerpo libre, la aplicación de los movimientos fundamentales y aparatos apropiados para controlar los efectos adversos indeseados en los dientes.  

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Nueva llamada a la acción

 

Fuentes de consulta:

  • Gualán, L. (2014). Análisis mecánico del anclaje. Sildeshare.
  • Condoretty, F. (2013). Anclaje. Slideshare.
  • Uribe, G. (2010). Ortodoncia, teoría y práctica, segunda edición.

 

 

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